Jan van Eden

Exposición en Zaragoza, España

 'Ecos del pasado'

 Sala CAI Luzan , Paseo Independencia, 10 - 50004 Zaragoza.
www.cai.es/luzan.html
 

  del 8 de abril al 5 de mayo de 2010

'Ecos del pasado'

Hasta hace muy poco tiempo en nuestro mundo solo podíamos pensar en términos de crecimiento y prosperidad pero, de pronto, la historia nos ha sobrepasado.  La sociedad actual se enfrenta a problemas que son un eco del pasado.   
La variación y los  diferentes temas en la obra de Jan van Eden,  derivan del caos en el mundo en que vivimos. Para Jan van Eden la pintura es una respuesta y una estrategia de supervivencia.

'FOTOBIOGRAFÍA DE LA DENUNCIA' - Anton Castro

Jan van Eden es un pintor a caballo de dos mundos: Amsterdam y sus lagunas, y Sabayés, esa localidad oscense que tiene alma y orografía de paraíso. En cierto modo, podría decirse que Amsterdam encarna la gran ciudad, las multitudes que avanzan, la vida atropellada y vertiginosa donde el artista se impregna de travesías y de criaturas que tienen algo de aves de paso en el espejismo de los días, y podría decirse también que Sabayés es un refugio donde reflexiona, selecciona experiencias, evoca encuentros y desencuentros, y crea historias, relatos visuales.
Jan van Eden es un observador de cuánto ocurre, un reportero de la realidad, un cronista apacible y a la vez punzante que invita a pensar, a disfrutar, que ralentiza en sus trazos mujeres que pasan, mujeres que sueñan, mujeres que irrumpen como una aparición, mujeres que van hacia ninguna parte, hombres y mujeres que van y vienen como la espuma del tiempo. Al artista nada le es indiferente: le interesan las calles y las avenidas que a menudo adquieren el extrañamiento de una pesadilla, los aeropuertos y las estaciones de trenes, donde transita la espera y la esperanza; le interesan las estancias interiores, los silencios, las soledades, la anchurosa melancolía que sepega a la muchedumbre. Le interesa sobre todo la gente: Jan van Eden es un pintor de rostros y cuerpos, más o menos expresionistas. En su obra siempre conviven casi por igual la denuncia (o la llamada de atención, la advertencia, el grito mitigado) con la sensualidad y el arrebato metafísico. En ese sentido, también cabe decir que es un pintor de instantes: mira, ve y fija sobre el lienzo o en la fotografía una percepción, un sentimiento, una secuencia indeleble. El deslumbramiento de una emoción tan poderosa como un plenilunio.

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